NAIGUATÁ


Es domingo, día de Ávila, día de un buen “largo”, el primero del año. El amanecer fue perfecto y aunque me dormí pasadas las 3 de la mañana, no pude haberme levantado mejor. La ropa fue escogida en la noche y el morral con el cambio estuvo listo minutos antes de que me llegara el mensajito: “Alita despierta, paso por ti en quince”. La ruta: Naiguatá-La Fila-Oriental-Humboldt, “duro” pensé, “Si va” dije.
Son las 3 de la tarde y me acaban de dejar en una camilla en La Sanatrix, de la vía que me han puesto en la mano pasa un antibiótico gota a gota, a una velocidad que desespera, y están en cola otros tres medicamentos más. “No tienes porque llorar, el traumatólogo que te verá es el mejor” dijo Johnny, el enfermero de la Sala de Emergencia encargado del cubículo número 10, mi cubículo…. Qué demonios hago aquí?? A las 5 estaríamos en El Humboldt y Maddalena estaría tomando la última foto antes de agarrar el teleférico. En su lugar, la cámara acaba de tomar una foto de mi muslo derecho, una herida tan profunda como el largo del dedo índice de Pesantes (el traumatólogo)….no, claro que no soñé con Naiguatá. Yo fui…
A las 7:28am Maddalena y Plutarco ya me estaban esperando. “Jesús Hulett avisó que no vendrá” les dije, todos lo lamentamos, aunque no sé si más por él y por lo que se perdería. El otro que también opto por perdérsela fue Joao que al menos se presentó y sin mediar muchas palabras solo mostró su cara, que fue su mejor excusa. Un tremendo trasnocho o la gripe lo salvaron de la paliza, con su “Yo los paso buscando” nos convenció de que en verdad no vendría, me cedió sus PowerBar y sus geles y lanzó una mirada de “Que la fuerza los acompañe”. De todas formas ya habíamos empezado a caminar, con ellos o sin ellos, ya con el cerro en las narices y entrando cada vez mas fuerte a los pulmones.
Al llegar al guardaparques de La Julia llene mi Kamel de agua y muy a expensas de lo que hacia, Maddalena y Plutarco cumplían con su ritual. “Ale prepárate, en ningún otro lugar veras tantas Guacharacas” anunciaron segundos antes de que cientos de estas aves sobrevolaran a escasos centímetros de mi cabeza y aterrizaran a mis pies donde Plutarco había esparcido Maíz. Un espectáculo viviente, alimentar fue como pagar para ver. Apenas las agradecidas Guacharacas terminaron su desayuno active mi cronometro, mi semblante se torno serio, y de naturalista pasé a corredora de montaña.
El paso lo marcó Mada, la durísima conocedora de la ruta, y muy bien marcado cabe destacar, como toda una perfecta guía montañera describía los cambios en el terreno y en el paisaje. Yo sentía que al pasar las horas no perdía energía sino que al ascender ganaba. Al ver los famosos Platos del Diablo, recordé a mi papá y sus innumerables historias de viajes realizados en la juventud, aquel rebelde armado con libros y latas de alimentos escogía Naiguatá como refugio y quién no lo haría? Naiguatá….uno de los mejores paisajes que mis ojos han visto, el mundo no podía ser más hermoso desde allí, mi país no podía ser más hermoso. Mada pregunto al llegar: “Valió la pena?” y antes de emitir un SI mi cuerpo respondió estremeciéndose. Las condiciones climáticas eran perfectas y se podía observar toda la Costa, todos los picos, el verde y el azul…Llegar a la imponente Cruz, abrazarla y escuchar el zumbido del viento cortándose contra el acero inoxidable vale demasiado, lo vale todo, vale lagrimas de alegría y de dolor, sobretodo de dolor…..Minutos después de tomar un bocado y continuar por La Fila rumbo a Oriental ocurrió lo impensable. Tropecé de la manera mas tonta y hasta preparé mis dos manos para sentir el piso pero no, antes sentí un fuerte impacto en el muslo, en segundos me dí cuenta que una raíz de árbol en forma de estaca me había dado una perfecta estocada en la pierna. Cerré y abrí los ojos y ahí estaba, un profundo “hueco” en mi muslo, podía ver hasta mi capa de grasa. Inmediatamente lo cerré con las dos manos y la sangre no demoró en salir, demasiada, lo suficiente como para que me atacara una terrible sensación de pánico. Recuerdo que mi primer pensamiento fue: cuánto podré sangrar durante 3 horas?, que era el mínimo tiempo requerido para llegar a la ciudad. No estaba con Bruce Willis, no vendría un helicóptero a buscarme. Mada sacó una venda del Kamel de Plutarco y aplicaron un torniquete que paró el sangrado, me tomé dos Ibuprofeno y agarramos el camino de regreso. No había tiempo para llantos o quejidos, llegar a la ciudad de la mejor manera posible era ahora la meta. Al poco tiempo nos interceptaron unos chamos que bajaban del Pico y luego de explicarles lo ocurrido se dieron a la tarea de cerrar mejor la herida con grapas adhesivas y colocar nuevamente el torniquete. El profundo discurso de Mada y los brazos de Plutarco que me sirvieron de apoyo cuando la bajada se ponía dura fueron la clave del éxito para llegar a la ciudad, a estas personas les agradeceré por siempre. Celebramos como nadie y en medio del caos, ya con Joao camino a la clínica reímos.
Ha pasado justo una semana de aquel incidente, la historia es otra. Los antibióticos han eliminado la infección que ocasionó la madera dentro de mi piel. Los músculos afectados y que fueron reparados con sutura sanan como deberían y el dolor casi no existe. Ahora cuento los días luego de que amanece y al tomarme la última pastilla antes de dormir, pienso en que son menos las horas que faltan, ya llegara el día en que la montaña y yo nos veamos nuevamente, haremos las paces y volveré a delinear sus aristas corriendo como nunca.

4 comentarios:

Félix dijo...

Bonita actitud que tomas. El cerro no irá a ningún lado y, cuando estés lista, coronarás sus cumbres una y otra vez. ¡Pronta recuperación!

Joao Gomes dijo...

Muchas Gracias Félix!! Un abrazo, saludos!

Manolo Ramirez dijo...

NO puedes haber escrito con mejores palabras ni con tanta rima, la belleza de tener un tropiezo, común por demás, durante una de las muchas travesías que hacemos en nuestra vida; y si el valor es levantarse y seguir a buscar el auxilio que necesitamos, ya que en ocasiones no podemos solos.

Joao Gomes dijo...

Si, hay belleza en el tropiezo, luego de se sale adelante y se supera. Aprendes....vives
¡Gracias Manu!