Lo malo no fue que lo haya hecho, total, yo había ocurrido en otras oportunidades. Pero en esas ocasiones lo había hecho por rutina, como para acumular experiencia, como para seguir en esto que me había metido y que de alguna manera tengo que continuar. En Todas las ocasiones anteriores había sentido una satisfacción de momento y que luego se instala en mi patrimonio vivencial, pero siempre ellas habían sido consideradas un cacho. Esta vez lo malo fue que me gustó más… que me hizo dudar de lo que tengo. Mientras disfrutaba extenuado atravesando la fila, pensé en ella y en silencio le pedí perdón. Se que nunca la voy a dejar, ella siempre ha sido mi compañera de triunfos y fracasos, pero era evidente que lo que estaba ante mi era una experiencia visual que no había esperado ver. Fue a partir del tercer kilómetro cuando se abrió todo el horizonte. El lago de Valencia iba creciendo detrás de mi a medida que la vista se hacía más cenital y los edificios y colinas que en la largada tropezaban mi vista ahora parecían como jugueticos puestos en una alfombre verde. La fila es una montaña rusa de 5 kilómetros que en ocasiones tiene apenas dos metros de ancho. Una montaña rusa que baja y sube de a 20 metros cada vez y que te pasea por una serie de cimas en las que te sientes en el éxtasis… en las que eres un gigante… Al frente podías ver en las siguientes tres colinas a los Pro que se iban comiendo la montaña y en las tres colinas atrás la gente que venía en silencio como hormiguitas trabajando su propio dolor. Pensé en la “Fila Maestra”, en Lagunazo, que yo había considerado el mejor paisaje de la región central del país y ahora dudaba… sonreí y fue allí cuando le pedí Perdón al Ávila porque estaba disfrutando esta infidelidad. Constantemente a la izquierda de la fila está el Lago de Valencia las montañitas menores y las ciudades de Maracay y Valencia todo como dibujado en un papel plano, como si lo estuviera viendo por Googlo Earth. A la derecha se veía impresionante la vertiente sur de la cordillera del parque Henry Pitier y más abajo todo el valle de la Av. Las Delicias a la que teníamos que bajar para recorrer los últimos 7.5 kilómetros de esta carrera. En la última colina había un PC donde te gritaban “de aquí pa` lante todo es bajada” y eso era una verdad de 5 kilómetros que me exprimió las últimas gotas de placer montañero para luego caer en el Puesto de Control Policial Las Cocuizas (ese que hay que pasar empezando la carretera a Choroní) desde donde había que agonizar hasta el Hotel Maracay casi 8 kilómetros abajo. Allí había empezado todo.
1 comentario:
Excelente Joao. Yo nunca hice esta carrera, pero al leer tus 2 entradas referidas a élla decidí inscribirme, a pesar de no estar en condiciones. Si sabes por favor dime donde me puedo inscribir y a que hora recomiendas salir de Caracas. Me puedes escribir a pintoperezluis@gmail.com, o publicas un comentario en la entrada, que yo estaré pendiente. Gracias
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